Novena al Espíritu Santo 9 días
Novena al Espíritu Santo 9 días
Novena tradicional al Espíritu Santo
Introducción
“Hemos de hacer que otros conozcan y amen más al Espíritu Santo. En las oraciones continuas de nuestros Cenáculos, buscamos atraer al Espíritu Santo para que nuestros corazones se enciendan con el amor de Dios, y poder propagar este fuego a otros. Pedimos que se nos otorguen los dones del Espíritu, especialmente sabiduría y fortaleza.”
Artículo 11, Regla de Vida de la Familia del Cenáculo Misionero
El propósito de este folleto es ayudar al católico en la oración. Particularmente, está diseñado para fortalecer la conciencia del poder del Espíritu Santo en el mundo y en nuestras vidas.
Al Espíritu Santo a veces lo llaman “el miembro olvidado de la Trinidad”. Hay una multitud de prácticas piadosas católicas que enriquecen nuestra fe, pero devoción al Espíritu Santo pasa muchas veces desapercibida.
Este folleto contiene varias novenas al Espíritu Santo que actualmente utilizan miembros de la Familia del Cenáculo Misionero. Desde el 1913 ha sido una tradición que grupos de miembros se turnen para mantener una novena perpetua al Espíritu Santo. La primera novena que aparece aquí es una tradición que ha sido utilizada por mucho tiempo.
Se sugiere que ore la novena con intenciones específicas en mente. Pida un don del Espíritu Santo para una persona o situación específica que necesite ese don.
La reflexión sobre los frutos de su oración es una parte importante del seguimiento a la novena. Muchas veces los frutos no son los que nos imaginamos. El Espíritu Santo muchas veces vira todo al revés y nos lleva en una dirección no anticipada si se lo permitimos. Sin duda, la oración al Espíritu Santo puede ser una propuesta peligrosa.
Así que, si no tiene temor, pruébelo. Es nuestra esperanza que estas novenas sirvan para encender en su corazón el amor de Dios y le ayuden a compartir el amor de Dios con los demás.
Novena tradicional al Espíritu Santo
Primera Novena
Ven, Espíritu Santo, aviva los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu divino amor. O Dios, quien por la luz del Espíritu Santo enseñaste los corazones de los fieles, concede que nosotros, guiados por ese mismo Espíritu, podamos deleitarnos de lo que es justo y siempre disfrutar su consuelo, por Cristo nuestro Señor. Amén.
Oración por los Siete Dones del Espíritu Santo
Ven, Espíritu de Sabiduría, concédenos siempre valorar y disfrutar los bienes celestiales y enséñanos los medios para obtenerlos.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y por los siglos de los siglos. Amén.
Ven, Espíritu de Inteligencia, ilumina nuestras mentes sobre los misterios de la salvación de modo que podamos comprender y abrazarlos plenamente con fervor.
Gloria al Padre, . . .
Ven, Espíritu de Consejo, dispone nuestros corazones para hacer lo que es correcto y justo, de modo que beneficiemos a nosotros y a nuestros prójimos.
Gloria al Padre, . . .
Ven, Espíritu de Fortaleza, fortalécenos con tu gracia contra los enemigos de nuestra alma, de modo que los que venzan puedan recibir la corona de la victoria.
Gloria al Padre, . . .
Ven, Espíritu de Ciencia, enséñanos a vivir en medio de las cosas temporales de modo que no perdamos las cosas eternas.
Gloria al Padre, . . .
Ven, Espíritu de Piedad, incita y úrgenos a vivir sobria, justa y piadosamente en este mundo de modo que podamos obtener el cielo en el próximo.
Gloria al Padre, . . .
Ven, Espíritu de Temor de Dios, penetra nuestro ser con tu temor de modo que trabajemos con temor y temblor por la salvación de las almas.
Gloria al Padre, . . .
V. Envíanos tu Espíritu y serán creados.
R. Y renovarás la faz de la tierra.
Oremos
O Dios, quien has unido la diversidad de las naciones en la confesión de tu nombre, concede que aquellos que han nacido de nuevo a través de las aguas bautismales puedan guardar en su corazón la misma fe y en sus acciones la misma piedad.
O Dios, quien concediste a los apóstoles el Espíritu Santo, escucha las oraciones de tu pueblo para que puedan disfrutar una paz feliz, quienes, por tu gracia han recibido el don de la verdadera fe.
Permite, Señor, te imploramos, que tu Espíritu Santo encienda en nuestros corazones aquel fuego que nuestro Señor Jesucristo trajo a la tierra y que deseó con ardor que fuera encendido.
Enciende, O Señor, nuestros corazones con el fuego de tu Espíritu Santo, para que podamos servirte con un cuerpo casto y un corazón limpio.
Enriquece, O Señor, nuestros corazones con un generoso derramamiento de tu Espíritu Santo por cuya sabiduría fuimos creados y cuya providencia nos gobierna.
Concede, te imploramos, Dios poderoso y misericordioso, que tu Espíritu Santo defienda y habite en nuestras almas y que nos purifique de tal manera que nos convirtamos en templos de su gloria, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Segunda Novena
Lectura: “La Divina Providencia,” padre Thomas Judge, CM
de las Meditaciones del Cenáculo Misionero,
Ha habido un constante fluir de gracias a través del Cenáculo y la alegría y la paz que vienen con el cumplimiento de obras corporales y espirituales de misericordia. Cuán agradecidos debemos de estar que Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu santo nos dan la gracia para ser siervos. Dejo a ustedes... que busquen detalladamente en sus mentes motivos para dar gracias.
Tú conoces esta verdad católica que es tan bella y consoladora. La llamamos la Providencia de Dios. Te veo aquí y puedo decir: “¿Por qué el Espíritu Santo te trajo al Cenáculo Misionero? ¿Por qué te recogieron los ángeles de Dios de este sitio y aquel y te trajeron aquí?”
Parece un accidente el que yo esté aquí. Yo sé que no es un accidente. Yo solo quiero saber lo que Dios quiere que yo haga. Yo solo puedo decirte lo que hay en mi mente en este momento y tengo razones para creer que lo que está en mi mente viene del Espíritu Santo.
Reflexión en silencio
Dios Padre, fuente de todo amor y alegría, nunca mides la gracia de tu Espíritu mas bien lo ofreces a todos con real generosidad. Te pedimos que envíes a nuestros corazones la plenitud del amor de modo que te amemos en una manera que llegue a los demás. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.
Ven, Espíritu Santo, espíritu de Sabiduría. Abre nuestros ojos para que veamos toda la vida, los sucesos y la gente con la visión de Dios quien todo lo crea y ve que es bueno.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ven, Espíritu Santo, espíritu de Inteligencia. Danos un profundo conocimiento de la maravilla y el misterio de la travesía de nuestra vida mientras caminamos en las tinieblas con la luz de la fe.
Gloria al Padre, . . .
Ven, Espíritu Santo, espíritu de Consejo. Enséñanos a escuchar atentamente para oír tu voz, porque nos hablas de tantas maneras.
Gloria al Padre, . . .
Ven, Espíritu Santo, espíritu de Fortaleza. Penetra y calma todos nuestros temores. Fortalécenos con una fe firme, para que podamos vivir y proclamar tu palabra con valentía.
Gloria al Padre, . . .
Ven, Espíritu Santo, espíritu de Ciencia. Expande nuestras mentes y corazones para que al encontrarnos con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, podamos aprender y crecer en tus caminos.
Gloria al Padre, . . .
Ven, Espíritu de Reverencia. Dirígenos en las alabanzas de nuestro Dios, porque toda la creación refleja la gloria y rebosante bondad de Dios.
Gloria al Padre, . . .
Ven, Espíritu de Maravilla y Asombro. Llénanos con un sentido de la grandeza de Dios en cuyas manos encomendamos nuestro espíritu, ahora y siempre.
Gloria al Padre, . . .
Dios de luz, de quien procede todo don, envía tu Espíritu a nuestras vidas con el poder de un vendaval, y con el fuego de tu sabiduría, abre los horizontes de nuestras mentes. Que nuestra lengua cante tu alabanza. Enciende nuestros corazones con tu amor.
Tercera Novena
Lectura: “Fidelidad a la gracia,” P. Thomas Judge, CM
de Meditaciones del Cenáculo Misionero, pg. 112
Es evidente que el Espíritu los ha favorecido y los ha bendecido mucho al llamarlos a hacer un trabajo tan agradable a la Santísima Trinidad. El porqué han sido ustedes favorecidos por encima de tantos otros que hubieran podido hacer mucho más por el Espíritu Santo es un misterio de amor de Dios que solo su infinita sabiduría puede descifrar, pero todo esto sí sabemos, que Dios nos pedirá mucho por esta gracia de las gracias.
Nosotros no podemos hacer nada por Dios a menos que no tengamos su gracia. Debemos de estar hambrientos por obtener más y más de esta gracia. ¿Cómo podemos obtener cada vez más de esta gratuita abundancia de Dios? Primero, cooperando con las gracias que El, tan abundantemente, derrama sobre nosotros. Segundo, dándole gracias con perseverancia al Espíritu Santo por el derrame continuo de bendiciones, y pidiéndole más. Tercero, siguiendo sus inspiraciones y estando siempre vigilantes en espera de sus impulsos.
A veces nos habla a través de otros, a través de la naturaleza, a través de la adversidad, a través de un libro, a través de un buen compañero. Cualquier cosa que nos atraiga, que nos guíe a los sacramentos muestra claramente que el Espíritu Santo está en nuestras almas.
Que el Espíritu Santo de Dios los bendiga y los ilumine cada vez más.
Reflexión en silencio
Oración inicial
Espíritu Santo, nos reunimos humildemente ante ti y te pedimos que renueves en nosotros las gracias que hemos recibido a través de los sacramentos. Respira en nosotros, ora en nosotros, obra a través de nuestras vidas. Llama y guíanos, fortalece y sánanos. Venimos ante ti en oración, no como uno que esté separado de nosotros, pero como Dios quien vive profundamente en nosotros. Amén.
Ven, Espíritu de Sabiduría. Concédenos la capacidad de aceptar y abrazar el misterio de la vida, luchar con sus significados y venerar la santidad de toda la creación.
Ven, Espíritu de Inteligencia. Danos la sensibilidad y la valentía para afirmar la dignidad y la singularidad de cada ser humano. Danos la visión para reconocer la presencia de Dios escondida en la vulnerabilidad de cada persona.
Ven, Espíritu de Consejo. Abre nuestros oídos para escucharte que nos habla a través de aquellos que nos rodean. Aumenta nuestra humildad para poder escuchar tus palabras en las voces de otros y así pedirte el consejo que necesitamos.
Ven, Espíritu de Fortaleza. Sostén, nutre y fortalécenos. Sostennos, fortalécenos, enciéndenos con tu celo para realizar tus obras. Danos la valentía y la confianza que necesitamos para enfrentar todos nuestros enemigos, especialmente aquellos que llevamos adentro.
Ven, Espíritu de Ciencia. Concédenos un espíritu inquisitivo que busca la verdad del Padre dentro de cada persona y la capacidad de expresar con fuerza nuestras experiencias mientras caminamos hacia una revelación más profunda de la verdad.
Ven, Espíritu de Reverencia. Concédenos un espíritu de oración que penetra todas nuestras palabras y acciones. Ayúdanos a vivir plenamente el misterio de la Encarnación para así revelar el Dios desconocido a todos los que lo busquen.
Ven, Espíritu de la Maravilla y el Asombro. Infunde en nosotros un sentido de asombro. Déjanos acercarnos a ti maravillados por tu gracia. Llévanos a depender sólo de ti.
Ven, Espíritu Santo, santificante y todopoderoso Dios de Amor. Llenaste de gracia a la Virgen María. Transformaste los corazones de los apóstoles. Llenaste a los mártires de un heroísmo milagroso. Ven y santifícanos, ilumina nuestras mentes, y fortalece nuestras voluntades. Purifícanos y presérvenos de toda desgracia. Nos colocamos en tus manos, confiados en su gran amor por nosotros.
Cuarta Novena
Lectura: “Atraídos por el Espíritu,” P. Thomas Judge, CM
de Meditaciones del Cenáculo Misionero
¿No profesamos la fe apostólica? ¿No nos atrae el espíritu de los Apóstoles? Quizás desde lejos. Quizás de una manera imperfecta seguimos los pasos de los Apóstoles. ¿Hemos venido aquí, y Quien nos ha traído si no es el mismo Espíritu que llevó a Jesús al desierto? Y tampoco nadie puede decir: “Jesús es el Señor si no está guiado por el Espíritu Santo.”, dice el Apóstol (1.Cor. 12;3) ¿Por qué nos encontramos aquí? ¿Cómo, pues, nos encontramos aquí si no es debido al Espíritu Santo? Según avanza el año surgen problemas y tenemos que tener las bendiciones de Dios. Esto solo lo hemos de tener en el Espíritu de Dios.
Reconoce esto como una verdad primaria, básica: Tú estas aquí debido al Espíritu Santo. Hemos sido elevados, exaltados en una forma tan maravillosa como lo fue Habacuc, si no por los cabellos, por lo menos hemos sido traídos a la soledad. El mismo Espíritu que encontró a Jesús en el desierto es la causa eficaz de que nos encontremos nosotros aquí. Yo puedo dar mis razones para no estar aquí y creo que ustedes también pueden. Podemos decir: “Señor, aquí estamos”-para atraer al Espíritu de Dios, para que nuestro “Veni Sancti Spiritus” pueda ser oído; para que Este mueva a las almas para que nos haga alcanzar el cielo. Estamos aquí para que él venga. Incitemos en nosotros la devoción al Espíritu Santo.
(Lecturas bíblicas sugeridas después de cada don.)
Espíritu de Sabiduría, ven a mí. Guíame en todos mis caminos, para que mi mente y mi corazón sean uno. Ven, sabio Espíritu, ven.
Romanos 12: 3- 8
Espíritu de Inteligencia, ilumíname. Permite que mi mente comprenda profundamente. Permíteme comprender y creer serenamente. Ven, inteligente Espíritu, ven.
Juan 14:20
Espíritu de Consejo, susurra. Consérvame humilde mientras te pido consejo y dirección en los problemas de mi vida. Ven, Espíritu de consejo, ven.
Isaías 30:21
Espíritu de Ciencia, infórmame. Que yo conozca las verdades reveladas y a mí mismo a través de las verdades de la fe. Ven, Espíritu de Ciencia, ven.
Efesios 3:14-21
Espíritu de Fortaleza, sostenme. Sostén esta vida, este aliento, este alma, este cuerpo y únete a mí contra el enemigo. Ven, fuerte Espíritu, ven.
Salmo 63
Espíritu de Piedad, levántame. Enciende mi corazón con amor y adoración, con alabanza y gratitud, con esperanza y alegría. Ven, Espíritu devoto, ven.
Gálatas 4: 1-7
Espíritu del Temor de Dios, penétrame. Con amoroso asombro, permíteme acercarme en reverencia por tu santidad, asombrado por tu gracia: sólo de esto dependo yo. Ven, asombroso Espíritu, ven.
II Corintios 3:18
Te damos gracias, Espíritu Santo, porque nos habla en maneras que nos sorprenden. Desvela verdades que escondemos de nosotros mismos. Nos sostiene en tareas que tememos asumir solos.
Te damos gracias, Espíritu Santo, por el don de la vida y por todas las señales de vida nos rodean. Recuérdanos que cuando experimentamos la belleza de la creación te experimentamos a ti.
Aliméntanos, Espíritu de Esperanza. Mantente cerca. Que estemos enraizados en ti. Llévanos a desearte tanto que nuestro único temor sea perderte y nuestra alegría mayor sea tu amor por nosotros.
Quinta Novena
Lectura: “La presencia de Dios,” P. Thomas Judge, CM
de Meditaciones del Cenáculo Misionero, página 3.
Vive más tiempo en la Presencia de Dios Padre y de Dios Hijo y de Dios Espíritu santo. Date cuenta cada vez más que todo ser humano que encuentras es una imagen viva de la Santísima Trinidad como consecuencia, respétala, y ahora a todos. Alégrate si encuentras oposición y . . . dale gracias a Dios por no haber cedido a ninguna manifestación de desaliento.
“En seguida el Espíritu lo empujó al desierto.” (Mc 1:12) ¿Qué Espíritu es éste que tiene tanto poder sobre Jesús? Es el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, la tercera Persona de la Santísima Trinidad, quien guio a Jesús. . . El mismo Santo Espíritu que guio a Jesús nos están guando a nosotros. . . Si oímos a Jesús. . . seremos cambiados y llevados a cosas más altas, lejos de asuntos triviales. Empieza (cada día) con el pensamiento lleno de alegría y gratitud.
No sé lo que Dios te está diciendo - lo que el Espíritu Santo te está diciendo. Ese secreto es de Dios. Es tuyo siempre y cuando tú oigas o pongas atención a su voz. Busca esa soledad con Nuestro Señor y abre tu corazón a él. Jesús dice:” El Espíritu Santo me está llevando a Mi soledad. Ven conmigo.”
Bendito Espíritu de Sabiduría, ayúdame a buscar a Dios. Que Dios sea el centro y el orden de mi vida de modo que reinen en mi alma el amor y la armonía.
Bendito Espíritu de Inteligencia, ilumina mi mente para que yo pueda conocer y amar las verdades de la fe y hacerlas mías.
Bendito Espíritu de Consejo, ilumíname y guíame en todos mis caminos para que siempre conozca y haga tu santa voluntad. Hazme prudente y valiente.
Bendito Espíritu de Fortaleza, apoya mi alma en momentos de problemas y adversidad. Hazme leal y confiado.
Bendito Espíritu de Ciencia, ayúdame a discernir entre el bien y el mal. Enséñame a hacer lo correcto en tus ojos. Dame una visión clara y firmeza en mis decisiones.
Bendito Espíritu de Piedad, toma mi corazón. Disponga en él una fe verdadera en ti, un santo amor por ti, mi Dios. Despierta en mí el deseo de buscarte con toda mi alma, tú que eres mi verdadera alegría.
Espíritu Santo, confiado en tu profundo y personal amor por mí, pongo en tus manos las peticiones que he llevado en mi corazón.
Enséñame, Espíritu Santo, a buscarte y conocerte. Concédeme verdadero arrepentimiento y sincera paciencia conmigo mismo y los demás. Protégeme del pecado. Aumenta mi fe, mi esperanza, y mi amor por los hermanos y hermanas. Alimenta en mí las virtudes que más necesito.
Guía en el camino del verdadero discipulado. Fortalece en mi una actitud de obediencia, un reconocimiento de tus palabras aunque cuando me lleguen de fuentes inesperadas. Dame oídos para discernir.
Momentos de silencio.
Bendito sea Dios Padre, quien nos ha creado.
Bendito sea Dios Hijo, quien nos ha redimido.
Bendito sea Dios Espíritu Santo, quien nos santifica.
Bendito sea la Santa e Indivisa Trinidad,
ahora y siempre.
Amén.
Sexta Novena
Lectura: “Un espíritu de oración,” P. Thomas Judge, CM
de Meditaciones del Cenáculo Misionero, página 163.
“El más alto de los dones que Dios nos ha dado es la misma fuente y el mismo intermediario de todos los dones, el don del mismo Espíritu Santo. El Espíritu Santo en nosotros, como en Su templo, nos hace agradables a Dios al derramar Su gracia, y ésta la da para ayudarnos en el gran trabajo de la oración. Nos otorga esta ayuda de tres modos: atrayéndonos a la oración, enseñándonos a rezar, y ayudándonos a rezar.
Nuestra oración debe de ser una oración breve, limitada personal; debe de llegar al trono de Dios solo después de haber tocado los puntos más lejanos de la creación de Dios y haber lamentado, haber deplorado toda la miseria humana y habernos regocijado en las bondades de Dios para con los hombres. Debemos de rezar por la Iglesia, por el Santo Padre, por aquellos que dirigen la Iglesia que están batallando, luchando por la religión; debemos de rezar por los santos y por los pecadores en la tierra, especialmente por estos últimos.
Déjenme que resuma: ustedes deben de ser (hombres y) mujeres de oración, entonces serán (hombres y) mujeres de caridad. Que ustedes reciban en el Espíritu Santo y que siempre permanezcan fieles a Sus inspiraciones. Esta es mi oración por ustedes.
Oración Inicial
Padre amoroso, pausamos de nuestras actividades del día para recordarnos que tú eres quien nos ha llamado a estar aquí y que tú eres el que nos llama a poner nuestros dones al servicio de los demás. Nos presentamos ante ti con las manos y los corazones abiertos. Pedimos que derrames tu Espíritu Santo sobre nosotros. Nos presentamos como gente de fe, listos para escucharte y seguir tu llamado a donde quiera que nos lleves. Te pedimos esto por Cristo nuestro Señor. Amén.
Ven Espíritu Santo, Espíritu de Sabiduría. Concede que reconozcamos y apreciemos lo que es bueno, lo que es verdadero, lo que es hermoso. Ayúdanos a discernir tu presencia, aunque cuando estén escondida en medio de nosotros.
Ven Espíritu Santo, Espíritu de Inteligencia. Ilumina nuestras mentes sobre los misterios de la salvación, los misterios del amor y la vida, de personas y relaciones. Concede que los podamos comprender mejor y vivirlos con mayor profundidad.
Ven Espíritu Santo, Espíritu de Consejo. Inclina nuestros corazones para hacer lo correcto y lo justo. Ayúdanos a estar más atentos a tu llamado que surge dentro de nosotros mismos, y a respetar tu llamado a los demás. Concede que cada uno de nosotros madure en la fe, la esperanza y el amor, hasta alcanzar la plenitud de la vida en Cristo.
Ven Espíritu Santo, Espíritu de Fortaleza. Danos fuerza, valentía y perseverancia para vivir cada día con alegría y entusiasmo. Que pronunciemos la verdad con bondad, que actuemos con justicia, que amemos con ternura y que caminemos con nuestro Dios.
Ven Espíritu Santo, Espíritu de Ciencia. Enséñanos a vivir en el aquí y el ahora, a ver las cosas como realmente son, y a aceptarnos y a los demás con nuestras limitaciones y nuestros dones. Ayúdanos a vivir esta realidad sin perder la visión de como las cosas podrían ser y danos la esperanza de lograrlo.
Ven Espíritu Santo, Espíritu de Reverencia. Llénanos con la conciencia de tu presencia de modo que este conocimiento influya y sea reflejada en nuestros pensamientos, palabras, acciones y relaciones.
Ven Espíritu Santo, Espíritu de Amor. Llénanos con tu gracia que nos da vida. Únenos a todos los que te aman de modo que nos brindemos apoyo unos a otros mientras buscamos a los necesitados.
Permanece junto a nosotros, te rogamos Espíritu Santo. Bendícenos con tu presencia y con ella, la plenitud de nuestra propia humanidad. Ayúdanos a reconocer nuestras fortalezas y nuestras necesidades, nuestra grandeza y nuestra frágil hermosura. Te pedimos esto de modo que, animados por la verdad, podamos trabajar para devolver la compasión a la familia humana y renovar la faz de la tierra. Amén.
Séptima Novena
Lectura: “El don de la fortaleza,” P. Thomas Judge, CM
de Meditaciones del Cenáculo Misionero, página 171
Todo es un Don de Dios. El aire que respiramos, cada paso que damos, cada latido del corazón, cada gota de sangre que derramamos, nuestra vista, nuestro oído, el alimento que comemos, todo lo que poseemos, todo lo que sentimos y percibimos son dones del Espíritu Santo, pero en el orden natural. Pero hay otros dones. El mejor don, y todo don perfecto que viene del Padre de las Luces es un don sobrenatural.
Estos dones están por encima de los dones de la naturaleza, mucho más allá de lo que está el cielo sobre la tierra. No hay medida conocida por el hombre por la cual éste pueda ni aun empezar a medir la excelsitud de estos dones sobrenaturales. Pongámoslos en grupos: Fe, Esperanza y Caridad, dones devocionales y dones sacramentales; virtudes y méritos celestiales. Todo esto lo incluimos cuando hablamos de los dones del Espíritu Santo. Hacia uno de estos dones voy a dirigir su atención devota, y este es el don de la Fortaleza. Este don es sobresaliente entre todos los dones. Podemos decir que es el don más necesario de entre todos los dones.
Puede que tengamos el don de la Sabiduría; puede que tengamos el don del Entendimiento; y más aún, el don de los Reyes, el don de la sensatez, de la prudencia, pero si no tenemos el don de la Fortaleza seremos desleales a la gracia y a las luces del Espíritu Santo. Nos servirá de poco conocer nuestros deberes y no hacerlos; conocer las cosas de Dios y no hacer Su Santa Voluntad; pero hacer esto requiere valor cristiano, requiere Fortaleza. Con frecuencia debemos de pedir al Espíritu Santo, al Espíritu de Dios que nos dé Fortaleza siete veces al día, y si aún fracasamos, entonces setenta veces al día. Debemos decir: “Dulce Espíritu Santo, dame el don de la Fortaleza.”
Lectura: Efesios 3:14-21
“Pensando en todo esto, doblo las rodillas en presencia del Padre, al que se refiere toda ‘patria’ o familia en el cielo o en la tierra. Que él se digne, según la riqueza de su gloria, fortalecer en ustedes, por su Espíritu, al hombre interior.
Que Cristo habite en sus corazones por la fe, que estén arraigados y edificados en el amor. Que sean capaces de comprender con todos los creyentes, la anchura y longitud y altura y profundidad y que conozcan este amor de Cristo que supera todo conocimiento.
En fin, que queden colmados hasta recibir toda la plenitud de Dios.
A Dios, cuya fuerza actúa en nosotros y que puede realizar mucho más de lo que pedimos o imaginamos, a él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones y todos los tiempos. Amén.
Ven, Espíritu de Sabiduría. Envíame tu santa sabiduría para que pueda escoger lo mejor entre muchas cosas buenas.
Ven, Espíritu de Inteligencia. Envíame el verdadero entendimiento para poder comprender mi rol dentro del desarrollo de tu voluntad.
Ven, Espíritu de Consejo. Envíame palabras que me guíen a través de las voces de las personas que has colocado en mi vida.
Ven, Espíritu de Fortaleza. Envíame tu fuerza firme para tener la valentía de arriesgar mi confort y seguridad en la búsqueda de llegar a ser quien soy, la persona que tú creaste.
Ven, Espíritu de Ciencia. Envíame la inteligencia para reconocer la verdad y la voluntad de creer aún cuando no quiero.
Ven, Espíritu de Piedad. Envíame la disciplina para orar fielmente y la sed de nutrir constantemente mi desarrollo espiritual.
Ven, Espíritu de Maravilla y Asombro. Envíame un profundo respeto por toda la creación y la gracia de conocer y aceptar mi lugar en ella.
Respira en mí, O Espíritu Santo, para que mis pensamientos sean santos.
Actúa en mí, O Espíritu Santo, para que mis obras también sean santos.
Llama mi corazón, O Espíritu Santo, para que ame tan solo lo que es santo.
Fortaléceme, O Espíritu Santo, para que yo pueda defender todo lo que es santo.
Consérvame, O Espíritu Santo, que siempre pueda ser santo.
San Agustín
Octava Novena
Lectura: “Amor a Dios y al prójimo,” P. Thomas Judge, CM
de Meditaciones del Cenáculo Misionero, página 172.
También voy a llamar la atención de ustedes a un Fruto particular del Espíritu Santo: la Caridad. La Caridad es el amor a Dios, el amor a nuestro prójimo. El amor a Dios exige de nosotros que hagamos mucho por Él. Nos pide, ante todo, que Lo conozcamos que Le sirvamos. Por lo tanto, deben de ser nuestra luchar continua, nuestra búsqueda continua, descubrir ese camino, vivir de tal manera que podamos mejor conocer, amar y servir a Dios.
¡Con cuanto ardor, pues, pido al Espíritu Santo que nos inflame cada vez más en esta santa virtud: el amor a Dios! El amor a Dios hace que todas las cosas sean fáciles. Si fallas en ese camino, la causa no es que no hayan recibido gracias, o que no fueran llamados, o que no se les exhortará, sino que se debió a que no correspondieron a las cariñosas llamadas del Espíritu Santo.
Recen, pues, recen mucho, recen con frecuencia durante esta novena para que reciban una abundancia de este bendito Fruto de la Santa Claridad. Si verdaderamente aman a Dios, con toda seguridad amarán al prójimo. El amor de Dios hará que la carga sea fácil de llevar. No hay oración que pueda agradar más al cielo que la oración de un corazón que pide ser caritativo.
Dios de fuego y amor, concédenos el don de la Sabiduría, la capacidad de ver la vida como un gran y asombroso don tuyo. Ayúdanos a reconocer tu presencia en todas las personas, lugares y cosas. Ayúdanos a valorar los sucesos de nuestra vida según nuestra fe en ti.
¡Ven, Espíritu Santo, renueva nuestros corazones, inspira nuestra sabiduría!
Dios del aliento y de la vida, concédenos el don de la Inteligencia y llévanos más allá de meramente conocer las creencias de la Iglesia. Ayúdanos a comprender el significado de lo que creemos. Ayúdanos a actuar de tal manera que podamos mostrar que nuestra fe cristiana hace la diferencia. Ayúdanos a descubrir tu plan para nuestras vidas.
¡Ven, Espíritu Santo, renueva nuestros corazones, inspira nuestra inteligencia!
Dios del viento y de la luz, concédenos el don de la Ciencia, la certeza de saber que nos cuidas. Ayúdanos a vivir vidas de acciones amorosas dondequiera que estemos – el hogar, el trabajo, la escuela, el mundo. Enséñanos cómo las verdades de nuestra fe dan dirección a nuestras vidas. Guíanos cuando nos reunimos para compartir la fe.
Ven, Espíritu Santo, renueva nuestros corazones, inspira nuestra ciencia.
Dios del agua y del aceite, concédenos el don de Consejo. Ayúdanos a ver las cosas justas y buenas entre las alternativas que debemos escoger todos los días. Ayúdanos a vivir de manera correcta. Ayúdanos a guiar a otros y a buscar ayuda de otros cuando la necesitamos.
Ven, Espíritu Santo, renueva nuestros corazones e inspira nuestro buen juicio.
Dios de la sanación y la fuerza, concédenos el don del Valor, la fuerza para mantener nuestras creencias como cristianos. Ayúdanos a escoger lo que es justo a pesar de las dificultades y los sufrimientos. Ayúdanos a hacer del mundo un mejor lugar para todas las personas.
Ven, Espíritu Santo, renueva nuestros corazones, inspira nuestra fortaleza.
Dios de la santidad y la sanación, concédenos el don de la Reverencia. Ayúdanos a honrarte como el amante creador y a todos como hermanos y hermanas. Ayúdanos a alabarte libremente y a crecer mientras oramos. Ayúdanos a actuar amorosamente en paz.
Ven, Espíritu Santo, renueva nuestros corazones, inspira nuestra reverencia.
Dios de la promesa y del poder, concédenos el don de la Maravilla y del Asombro, respetando tu bondad y tu majestad. Ayúdanos siempre a valorar tu plan para el mundo y a desear construir tu reino en la tierra. Ayúdanos a valorar toda tu creación, porque ella comunica tu amor. Ayúdanos a ser siempre agradecidos por tu abundante amor y vida.
Ven, Espíritu Santo, renueva nuestros corazones, inspira nuestra maravilla y asombro.
Concede, Padre todopoderoso, que agrademos tu Espíritu Santo con nuestras oraciones, para que por tu gracia, estemos siempre libres de toda tentación. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Novena Novena
Lectura: “Los apóstoles,” P. Thomas Judge, CM
de Meditaciones del Cenáculo Misionero, página 143
¡Qué gracia es la de pensar como pensaron los Apóstoles! ¡Qué bendición rezar las oraciones de un Apóstol! ¡Qué privilegio el de confesar, el de dar testimonio de un Apóstol! ¡Qué destino el de pertenecer a la Iglesia de los Apóstoles! ¡Qué promesa la de tener su misma fe! ¡Qué creyentes hay hoy en día en la Iglesia militante en consideración afectuosa a estos doce mensajeros modelos! El ser inspirados con su amor quiere decir heredar la promesa del reino del cielo.
Seríamos indignos de estas gracias, seríamos desleales a su causa si no deseáramos sobrepasarnos para seguirlas, por lo menos en nuestra pobre, humilde e imperfecta manera. Lo que hemos adquirido a través de ellos debemos compartirlo con otros. Es en esto que la misma caridad nos aprieta para que hagamos nuestra parte para que el nombre de Dios sea bendecido, para que venga su Reino, y para que se haga su santa voluntad.
El Espíritu Santo gobierna la Iglesia. Todos y cada uno de nosotros somos personalmente responsables a Él por sus inspiraciones y por sus santos impulsos y por las gracias que recibimos. ¿Qué frutos para el bien pueden estas inspiraciones, estas gracias traer? ¿Cuál es nuestra contribución a la Iglesia de los Apóstoles? ¿Qué estamos haciendo para difundir su luz y llevar a otros el calor de la verdad y la caridad cristiana?
Oración inicial
Divino Espíritu de Dios, desciende sobre este grupo con la plenitud de tu poder, tu luz y tu fuerza. Que nuestros corazones desborden con tus dones de sabiduría e inteligencia, consejo y fortaleza, ciencia y temor de Dios. Ayúdanos hoy y en el porvenir a dar a conocer la gloria de Dios que ilumina el rostro de Jesús. Amén.
Espíritu de Sabiduría, transforma nuestros valores y danos los medios para discernir y obtener lo que es esencial.
Espíritu de Inteligencia, danos luz para comprender los misterios de tu amor redentor y abrazar todo lo que este encierra.
Espíritu de Consejo, lleva nuestros corazones a tu justicia para que hagamos lo que es correcto y justo para todos.
Espíritu de Ciencia, concede que estemos impregnados de los valores eternos mientras trabajamos por una sociedad mejor.
Espíritu de Fortaleza, danos la fuerza para vencer todo lo que sea obstáculo a lo que es tu voluntad.
Espíritu de Piedad, que tu amor permeé y rodeé toda nuestra vida y todo lo que hagamos.
Espíritu del Temor de Dios, concédenos el temor que mantiene vivo el sentido de lo sagrado y que dirige nuestras acciones hacia lo bueno.
“Si se dejan guiar por el Espíritu, ya no están sometidos a la Ley. El fruto del Espíritu es caridad, alegría, paz, comprensión de los demás, generosidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio de sí mismo. . . . Si ahora vivimos según el espíritu, dejémonos guiar por el Espíritu.”
Gálatas 5: 18, 22-25
Dedicar este tiempo para reflexionar sobre la experiencia de la Novena.
(Un silencio prolongado o música de meditación pueden ser apropiados.)
¿Cómo ha experimentado los pasados nueve días? ¿Cuán difícil fue ser fiel al compromiso con la novena? ¿Qué aprendió?
Comparta con el grupo algún elemento de su experiencia. Particularmente, mencione cualquier fruto del Espíritu Santo que ha recibido.
Alternando
Espíritu Santo, unge nuestras mentes de modo que consagrados a la verdad podamos dar testimonio por nuestras vidas de los misterios de la fe.
Espíritu Santo, consagra nuestros cuerpos para que sea renovada nuestra fuerza física.
Espíritu Santo, consagra nuestros ojos para podamos ver más allá de las experiencias cotidianas y captar la revelación de tu amor en la providencia de nuestra vida diaria.
Espíritu Santo, consagra nuestros oídos para que podamos escuchar y responder a las necesidades y preocupaciones de aquellos que nos rodean además de las personas a quienes servimos.
Espíritu Santo, consagra nuestras manos para que tengamos la valentía de buscar y tocar a los demás, llevándoles tu sanación y compasión.
Espíritu Santo, consagra nuestra lengua para proclamar la Buena Nueva a los ciegos, los débiles, los enfermos, los moribundos, a todos los abandonados.
Oración final
O Espíritu Santo, consagra lo más profundo de nuestros corazones para que seamos sensibles a tus movimientos, consejos y dirección. Despierta en nosotros la realidad de tu presencia mientras salimos consagrados al nombre del Dios Trino.
Bendito sea Dios Padre, quien nos ha creado.
Bendito sea Dios Hijo, quien nos ha redimido.
Bendito sea Dios Espíritu Santo, quien nos santifica.
Bendito sea la Santa e Indivisa Trinidad,
ahora y siempre.
Amén.
La Familia del Cenáculo Misionero ha llevado a cabo una novena perpetua al Espíritu Santo desde 1915. La ofrecemos con las siguientes intenciones:
Aumentar la devoción a la Santísima Trinidad, en particular al Espíritu Santo
Extender el conocimiento de y devoción al misterio de la Encarnación y todos los misterios de nuestro Señor.
Exaltar el Santo Nombre de Jesús
Consolar el corazón de Jesús
Por los sacerdotes
Por el éxito del movimiento ecuménico y la llegada del Reino de Dios al pueblo de Dios.
Estas novenas son obras anónimas que han circulado dentro de la Familia del Cenáculo Misionero y no es posible el reconocimiento a individuos. Las lecturas del padre Judge fueron editadas por razones de claridad y extensión.
La Familia del Cenáculo Misionero es una familia espiritual dentro de la Iglesia Católica Romana. Fue fundada para dar gloria al Dios Trino a través de las obras de caridad y la extensión de ciertas prácticas piadosas de la Iglesia.
Las principales devociones de la Familia del Cenáculo Misionero son la Santísima Trinidad, el Espíritu Santo, la Eucaristía, y la Encarnación. Las principales fiestas son Pentecostés, la Fiesta de la Santísima Trinidad y la Fiesta de la Anunciación.
A través de la contemplación de estos misterios los miembros de la Familia del Cenáculo Misionero encuentran la visión y la valentía necesarias para llevar a cabo nuestros ministerios en la Iglesia. Nuestro fundador, P. Thomas Augustine Judge, nos enseñó a tener una devoción práctica, lo que él llamó “conocimiento piadoso” de estos y otros misterios.
Creemos en particular que una devoción al Espíritu Santo nos anima a pedir las gracias que necesitamos para enfrentar los retos que encontramos en nuestra vida diaria. Y recibimos los dones que necesitamos para continuar nuestra misión y asumir las obras abandonadas y conservar la fe entre aquellos que están en peligro de perderla. De este modo, nuestras devociones son prácticas: nos ayudan a realizar lo que hay que hacer.
Nuestra devoción al misterio de la Trinidad se refleja en las relaciones que experimentamos como miembros de una familia espiritual. Las cuatro ramas, laicos y consagrados, están interconectadas y no es raro encontrar misiones en que laicos y religiosos trabajan juntos.
Grupos locales de miembros se llaman cenáculos misioneros. (En el caso de las Hermanas, sacerdotes y Hermanos, el término también se refiere a sus residencias.) Encontramos apoyo espiritual y consejo cuando nos reunimos. Nos alegramos también cuando celebramos juntos la vida y disfrutamos la compañía de los demás.
Hay una gran necesidad de nuestro trabajo en la Iglesia. Si tiene interés en explorar la vocación laical o religiosa en la Familia del Cenáculo Misionero, o servir en el programa de voluntarios, por favor comuníquese con una de las personas que aparecen en la página final.
Meditaciones del Cenáculo Misionero y otras publicaciones sobre la espiritualidad y la historia de la Familia del Cenáculo Misionero están disponibles a través de:
Missionary Cenacle Press
3501 Solly Ave
Philadelphia, PA 19136
archive288@aol.com
Para información adicional, visite: www.mcenacle.org o comuníquese con:
Missionary Cenacle Apostolate (hombres y mujeres, casados o solteros)
Ms. Josie Morales, MCA
1602 Helmick St.
Carson, CA 90746
Correo electrónico: josiemorales@juno.com
Missionary Servants of the Most Blessed Trinity (Hermanas)
Hna. Deborah Wilson, MSBT
3501 Solly Ave.
Philadelphia, PA 19136
(215) 335-7534
Correo electrónico: msbt@juno.com
web site: msbt.org
Missionary Servants of the Most Holy Trinity (sacerdotes y Hermanos)
P. Ray Riding, ST
9001 New Hampshire Ave.
Silver Spring, MD
(800) 272-5602
Correo electrónico: frrayst@aol.com
Blessed Trinity Missionary Institute (laicos con votos privados)
Ms. Margaret Hayes, BTMI
1050 Long Hill Road
Stirling, NJ 07980
(908) 647-5311
Para información sobre el trabajo voluntario comunicarse con:
Missionary Cenacle Volunteers
P.O. Box 35105
Cleveland, OH 44135-0105
(800) 221-5740 o el correo electrónico: CenacleVol@aol.com www.tmc3.org
Para información sobre experiencias misioneras de verano u oportunidades de voluntariado para adultos jóvenes, comunicarse con:
Trinity Mission Center
C/O Missionary Cenacle Volunteers
P.O. Box 35105
Cleveland, OH 44135-0105
(800) 272-8850 o correo electrónico trinityctr@aol.com www.tmc3.org
Correo electrónico: mgmhayes@gateway.net hayesmgm@aol.com